Cuento de Navidad
Era la noche de Navidad. Un ángel se apareció
a una familia rica y le dijo a la dueña de la casa:
- Te traigo una buena noticia: esta noche el
Señor Jesús vendrá a visitarte a tu casa.
La señora quedó entusiasmada: Nunca había
creído posible que en su casa sucediese este milagro. Trató de preparar una
cena excelente para recibir a Jesús. Encargó pollos, conservas y vino
importados.
De repente sonó el timbre. Era una mujer mal
vestida, de rostro sufrido, con el vientre hinchado por un embarazo muy
adelantado.
- Señora, ¿no tendría algún trabajo para
darme? Estoy embarazada y tengo mucha necesidad del trabajo.
-¿Pero esta es hora de molestar? Vuelva otro
día, respondió la dueña de la casa. Ahora estoy ocupada con la cena para una
importante visita.
Poco después, un hombre, sucio de grasa,
llamó a la puerta.
- Señora, mi camión se ha arruinado aquí en
la esquina. ¿Por casualidad no tendría usted una caja de herramientas que me
pueda prestar?
La señora, ocupada como estaba limpiando los
vasos de cristal y los platos de porcelana, se irritó mucho:
- ¿Usted piensa que mi casa es un taller
mecánico? ¿Dónde se ha visto importunar a la gente así?. Por favor, no ensucie
mi entrada con esos pies inmundos.
La anfitriona siguió preparando la cena:
abrió latas de caviar, puso champaña en el refrigerador, escogió de la bodega
los mejores vinos, preparó unos coctelitos.
Mientras tanto alguien afuera batió las
palmas. Será que ahora llega Jesús, pensó ella emocionada y con el corazón
acelerado fue a abrir la puerta. Pero no era Jesús. Era un niño harapiento de
la calle.
- Señora, deme un plato de comida.
-¿Cómo te voy a dar comida si todavía no
hemos cenado? Vuelve mañana, porque esta noche estoy muy atareada.
Al final, la cena estaba ya lista. Toda la
familia emocionada esperaba la ilustre visita. Sin embargo, pasaban las horas y
Jesús no parecía. Cansados de esperar empezaron a tomar los coctelitos, que al
poco tiempo comenzaron a hacer efecto en los estómagos vacíos y el sueño hizo
olvidar los pollos y los platos preparados.
A la mañana siguiente, al despertar, la
señora se encontró , con gran espanto frente a un ángel.
- ¿Un ángel puede mentir? Gritó ella. Lo
preparé todo con esmero, aguardé toda la noche y Jesús no apareció. ¿Por qué me
hizo esta broma?
-
No fui yo quien mentí, fue usted la que no tuvo ojos
para ver, dijo ángel. Jesús estuvo aquí tres veces, en la persona de la mujer
embarazada, en la persona del camionero y en el niño hambriento. Pero usted no
fue capaz de reconocerlo y de acogerlo.
(Frei
Betto, A Comunidad de fe. Catecismo popular, Sao Pulo, 1989, pp 50-52)
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